Blog
El cambio representa progreso
Víctor Muñoz Rebollo
"La inteligencia es la habilidad de adaptación al cambio."
(Stephen Hawking)
Llega un día en el que las cosas ya no se pueden hacer de la misma manera en la comúnmente las hacíamos, así como las estaciones del año cambian, los seres humanos evolucionamos, la tecnología avanza y los procesos cambian.
El cambio organizacional se define como: la capacidad de adaptación de las organizaciones a las diferentes transformaciones que sufra el medio ambiente, interno o externo, mediante el aprendizaje.
Dicho proceso de adaptación trae consigo diferentes reacciones en las personas, unas pueden sentirse muy entusiasmadas con la idea de cambiar y adaptarse fácilmente, pero otras podrían sentirse amenazadas por el cambio y tratar de boicotearlo.
Enfrentando los miedos

Existen paradigmas que bloquean el éxito del cambio y generan incertidumbre, inseguridades y baja autoestima.
Muchas personas se preguntarán: ¿qué va a pasar conmigo?, ¿qué va a pasar con mi trabajo?, ¿no está bien la forma en la que hago las cosas? La tendencia del personal en una organización está en percibir consecuencias negativas y rechazar el cambio, esto sucede porque la primera impresión de la persona es que será cambiada junto con el proceso.
Los principales paradigmas son: no quiero (me gustan las cosas tal y como están), no puedo (no seré capaz de hacerlo diferente) y no conozco (no sé cómo hacerlo de manera diferente).
Lo primero que habrá que hacer es aceptar y reconocer el cambio, asimilar que las cosas no van a seguir siendo lo mismo, pero eso no significa que vaya a ser para mal.
Cuando se atraviesa por un cambio es natural sentir incomodidad, rechazarlo, dejarse invadir por el miedo, imaginarse las peores situaciones, pero tener preocupación interfiere con la productividad, además de que solo te mantendrá dando vueltas sobre la misma incertidumbre.
Cambiando el paradigma
Tenemos el poder de adaptarnos a distintos cambios, aunque al principio puede ser difícil, pero con el transcurso del tiempo y la perseverancia que debemos tener, llegaremos a la aceptación y posteriormente a la adaptación, de tal manera que lo que antes nos parecía difícil ahora es una actividad del día a día. Para poder pensar de manera positiva solo recuerda una experiencia pasada exitosa, cuando te enfrentaste a otro cambio y cómo resulto todo.
Se flexible y acepta nuevos retos que se dan mientras te encuentras en una etapa de cambio. Mantente con la mente positiva y aprovecha las oportunidades que se te presentan como nuevos retos y sobrepasa las expectativas.
Elecciones en el proceso de cambio
Durante un proceso de cambio te enfrentarás constantemente a dos tipos de elecciones:
- Elecciones directas: Tomas la decisión, te arriesgas y actúas, eligiendo la mejor opción que tienes en este momento. Te responsabilizas de los resultados que obtienes y te conviertes en una persona autosuficiente e independiente.Cuando eliges gozas de tu propia libertad y te responsabilizas de los efectos de tus acciones. Sientes valía, te sientes capaz, te atreves a hacer las cosas de manera diferente con el fin de obtener mejores resultados.
- Elecciones indirectas: En vez de arriesgarte y usar tu libertad, decides que otras personas “elijan” por ti. Siempre podrás elegir, por lo tanto, puedes elegir no hacerlo. Cuando no eliges permites que “alguien más elija por ti”.
Estando en dicha situación es aún más probable que el paradigma de que el cambio es negativo esté instalado en la persona, no se compromete con él, por lo tanto no le importa tomar ningún tipo de decisión respecto al cambio y solo se deja llevar por la corriente.
Consecuencias negativas de no cambiar
Habrá personas que prefieran optar por mantener una actitud negativa frente al cambio, hablando mal de él, tratando de influenciar a otras personas para boicotearlo, creyendo que lo mejor es regresar a la forma anterior en la que se hacían las cosas, otras simplemente ignorarán el proceso.
Tener actitud negativa ante el cambio, a nivel organizacional representa un estancamiento y perdida en el negocio, pero el impacto más fuerte es en la persona. Podrías sentir frustración al ver que otras personas han cambiado y han obtenido resultados positivos mientras tú sigues con miedo. Debido a esto es posible que pierdas oportunidades de desarrollo personal y profesional.
Asimilando el cambio positivamente
Lo mejor que puedes hacer por ti y por la empresa es mantener una actitud positiva ante el cambio, ya que trae más beneficios unirse al cambio, que evitarlo.
Asumir una actitud responsable, entusiasta y proactiva, te convierte en una fuerza impulsora para el cambio organizacional, te mantendrá optimista, te darás cuenta que hay mucho que puedes aportar al proceso, tus conocimientos y experiencia serán tu mejor aliado, tendrás oportunidad de desarrollar nuevas habilidades y tener un crecimiento personal, aprenderás nuevas formas de hacer las cosas, te plantearás nuevos retos y alcanzarás nuevas metas.
Las personas que impulsan el proceso con actitud positiva contagian a otras, generando así una inercia positiva en todo el proyecto, contribuyendo al éxito de la implementación del cambio.
Prepárate para el cambio
Si bien una parte esencial para el éxito del cambio es mantener una actitud positiva, no lo es todo, también es necesario saber cómo hacerlo.
Atravesar un proceso de cambio no es cosa fácil y no se da de la noche a la mañana. Para saber cómo llevar a cabo el cambio deberás:
- Preguntar cómo el cambio afectará tus operaciones cotidianas.
- Aportar información para la solución.
- Averiguar cuáles nuevas aptitudes y habilidades necesitas desarrollar para desempeñarte con eficacia una vez que el cambio se haya implementado.
- Evaluar tus puntos fuertes y débiles.
- Identificar la capacitación que esta disponible para cubrir las brechas en aptitudes y habilidades.
- Mantener una comunicación abierta, directa y transparente.
La relación entre la actitud que se tome frente al cambio con la aptitud que se tenga para ejecutarlo es sumamente estrecha, por lo que se pueden identificar cuatro grupos:
a) Apóstoles:
Saben mucho, están en una posición desde donde pueden empujar y además quieren formar parte activa del cambio.
b) Rehenes:
No tienen conocimientos o no pueden promover el cambio (o ambas), pero sí quieren. Pueden ser sus propios rehenes (sus capacidades los limitan) o del resto (su posición en la organización los limita). Son capaces de vencer las resistencias, pueden convertirse de rehén a apóstol.
c) Mercenarios:
Saben y pueden, pero no tienen motivación (no quieren). Si se consigue motivarlos hacia el cambio serán apóstoles. No es necesario que un mercenario se convierta en apóstol para llevar a cabo un cambio, es suficiente con apoyarles cuando lo necesiten, ya que sus aptitudes para el cambio (recuerda que saben y pueden) son aprovechables.
d) Terroristas:
Es una amenaza para el cambio que se quiere implementar. No sabe, no puede, ni quiere, es una persona que está negada al cambio y no le interesa.
Identificar en qué grupo estás te permitirá darte cuenta de lo que te hace falta para abordar el proceso de cambio, si es una cuestión de actitud entonces deberás romper con los paradigmas negativos, y si es un tema de aptitud entonces deberás capacitarte para desarrollar las habilidades necesarias.
Si te encuentras en una posición donde quieres y puedes entonces estás en buen momento para enfrentar el cambio y tu deber será ayudar a otras personas a entender que el cambio es una oportunidad de progreso.
“Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos
encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos.”
Victor Frankl
Espera nuestra próxima publicación.